Uno de los tipos de contaminación más común, peligrosa y molesta que existe es la contaminación acústica. Es además de las más difíciles de combatir, siendo causada por todo tipo de ruidos, variables en intensidad y en tiempo de exposición. Exponerse al ruido es algo que no debe tomarse a la ligera y seguir pautas para escuchar un volumen seguro de ruido podría evitarnos muchas patologías como, por ejemplo, los acúfenos o la pérdida auditiva (hipoacusia).
Una definición correcta de ruido podría ser la de “todo sonido emitido de manera involuntaria y no deseado“. Dentro de los ruidos, podríamos encontrar varios tipos:
- Estable. Todo aquel cuya presión acústica media se mantenga constante, con valor máximo y mínimo inferior a 5 decibelios (en adelante db)
- Periódico. Su diferencia entre valores máximo y mínimo es mayor a 5 db y se repite siempre en la misma secuencia.
- Aleatorio. Con la misma intensidad de los periódicos, pero presentándose aleatoriamente.
- Impacto. Su nivel de intensidad decrece rápidamente y su espacio de duración abarca menos de un segundo.
Recomendaciones para evitar los acúfenos y otras patologías auditivas
Los acúfenos son un fenómeno auditivo que se percibe en los oídos en forma de ruido y que pueden ser generados por causas múltiples, siendo la principal la exposición al ruido. Aquí se muestran algunos consejos y directrices a seguir para prevenir su aparición o un empeoramiento:
- Reducción de la cantidad de equipos muy ruidosos que se ponen en marcha al mismo tiempo, intentando comprar de antemano aquellos que sean menos contaminantes a nivel acústico.
- Bajar en la medida de lo posible el volumen de los aparatos eléctricos usados (televisión, por ejemplo), acostumbrando al oído paulatinamente a trabajar con niveles más saludables.
- En caso de escuchar música con cualquier dispositivo electrónico, su límite debería ser de una hora diaria y por debajo del 60% de su potencia real.
- Evitar la exposición a ruidos potentes, llegando incluso a marcharse de los espacios donde el volumen sea demasiado elevado.
- Cuando se trabaja con maquinaria muy ruidosa, se debe llevar siempre protección auditiva (técnicos de aeropuerto, por ejemplo).
Otras pautas de protección extra son:
- Estar atentos a las infecciones como catarros o gripes pueden causar, a la larga, perdida auditiva. De hecho, las infecciones están consideradas la segunda causa de perdida de audición.
- Tras cada ducha, los oídos han de secarse de manera adecuada para evitar la humedad y la aparición de hongos. Para ello, debe evitarse siempre el uso de bastoncillos u otros objetos ya que estos podrían llegar a dañar la membrana timpánica o provocar la aparición de tapones de cera. En deportes como la natación, el uso de tapones a medida es imprescindible siendo importante que estén hechos de un material hipoalergénico, flexible y ligero.
- En casos donde se encuentren problemas de aprendizaje y del habla en los más pequeños, se tienen que realizar estudios auditivos para detectar posibles patologías.
- En situaciones de antecedentes familiares o personas con más de 50 años, es recomendable realizarse exámenes auditivos con regularidad, como por ejemplo, por medio de una audiometría.
- Ante cualquier duda o síntoma, consulta siempre con tu otorrinolaringólogo.
Tiempo de exposición y volúmenes seguros
Debemos ser consciente de que cuanto mayor es la intensidad de un ruido, menor es el tiempo que se permite a su exposición.
Los límites estandarizados más comunes serían combinando tiempo de exposición e intensidad. Por ejemplo, se podría trabajar 8 horas a un máximo de 90 db, cuatro horas a 95 db o 15 minutos o menos a 115 db.
Cualquier empresa donde este límite pueda sobrepasarse deberá ser responsable de crear un programa de protección y conservación auditiva para evitar sus problemas potenciales.
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