El síndrome de Ménière consiste en un trastorno del oído interno, el cual puede ocasionar mareos y vértigos, sonidos extraños e incoherentes en el oído, tales como rugidos o zumbidos; y una pérdida fluctuante de la audición, así como una comprensión acompañada de dolor.
En la mayoría de los casos, la afectación se produce de manera unilateral y supone una causa común de pérdida auditiva. Esta afección puede llegar a provocar ataques, algunos de ellos tan intensos que provocan la pérdida del equilibrio y, en consecuencia, la caída de la persona afectada. Este factor es muy peligroso, pues puede ocasionar lesiones severas.
Síntomas del síndrome de Ménière
Dado el desconocimiento existente en torno a la etiología de este síndrome, el diagnóstico se establece en función del examen físico, junto con los signos expuestos, por lo que los síntomas del síndrome de Ménière son fundamentales a la hora de la valoración final.
Lo que sí se conoce a ciencia cierta es que el desencadenante de la sintomatología es la acumulación de líquido en el laberinto, si bien se desconoce el origen de este exceso de líquido. El laberinto está formado por los conductos semicirculares, el utrículo y el sáculo, así como por la . Es por ello que, si se afecta, se experimenten alteraciones en el equilibrio y la audición.
Los episodios agudos de la enfermedad acostumbran a comenzar sin aviso previo. De esta manera, pueden ocurrir desde una vez al año hasta de forma diaria. Asimismo, la gravedad entre los episodios no es constante, sino que varía, habiendo episodios más graves y otros más ligeros o benévolos.
El cuarteto principal de síntomas es:
- Hipoacusia variable (pérdida auditiva o sordera)
- Zumbido, pitido o cualquier otro sonido incoherente en el oído afectado: acúfenos o tinnitus.
- Mareos y vértigos de intensidad variable.
- Sensación de presión en el oído.
Dado que la afectación suele ser unilateral, la hipoacusia o pérdida de audición se produce en un solo oído. Si bien, en algunas ocasiones puede llegar a afectar de manera bilateral. El mayor grado de pérdida auditiva se produce en los momentos de crisis aguda, pero esta pérdida se mantiene y empeora con el paso del tiempo, y la audición que primero sufre las consecuencias es la sujeta a bajas frecuencias.
El síntoma más incapacitante es el vértigo intenso, ya que la persona tiene la sensación real de estar girando o realizando un movimiento o, simplemente, de que las cosas a su alrededor giran de una forma muy brusca; pero, en realidad, está parada y su entorno se mantiene estático. Esto provoca nauseas o vómitos, sudoración excesiva, movimientos extraños en los ojos… Ante esta situación, la persona preferirá acostarse y realizar los mínimos movimientos posibles. Un ejemplo sería el caso de una persona que, de manera repentina, tiene una impresión muy agobiante de movimiento y giro.
Estos no son los únicos síntomas, sino que existen otros, los cuales resultan menos frecuentes:
- Diarrea: el sistema gastrointestinal percibe la sensación de mareo y lo manifiesta en forma de náuseas y vómitos, pero también de diarrea.
- Dolor de cabeza: el mareo y la sensación de movimiento constante generan fuertes e incapacitantes dolores de cabeza.
- Dolor y molestia del abdomen: mismo motivo que la diarrea y las náuseas.
- Vómitos o náuseas.
- Movimientos extremos e involuntarios del ojo: sobre todo, en las crisis o los ataques, ya que, inconscientemente, el ojo intenta captar cada estímulo y estos son excesivos, lo que provoca un desorden.
Por tanto, el síndrome de Ménière supone una enfermedad limitante, tanto sensorial como físicamente, que acaba degenerando en una pérdida auditivaNo obstante, debido a los avances de la medicinase va obteniendo una información mayor que permite un avance tanto en su tratamiento como en su prevención. Ante el primer síntoma, no dudes en solicitar cita con un especialista.
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