La tensión cervical es una presión en la región del cuello, alrededor de las cervicales, originada por contracturas musculares. Ésta provoca una compresión sobre los vasos sanguíneos que aporta sangre a los músculos, causando así una disminución de la irrigación sanguínea, lo que aumenta la contractura. Esto produce esa sensación de tensión o presión en la zona cervical, especialmente notable en el trapecio y el elevador de las escápulas. Las causas de su aparición son diversas, desde al exceso de trabajo, una mala postura, movimientos repetitivos, cansancio, estrés o ansiedad.
La relación entre acúfenos y cervicales
En nuestro núcleo dorsal donde se inicia el procesamiento de los sonidos, concurre información de dos sistemas: del sistema auditivo periférico y del sistema somatosensorial, que nos proporcionan información auditiva y la propiocepción cervical alta respectivamente, y se influyen el uno en el otro. Por ello, una contractura cervical puede ser una causa extraótica de acúfenos.
A causa de una fuerte contractura o latigazo cervical podemos oír un pitido molesto. Un empeoramiento de la contractura se refleja en el acúfeno, y viceversa. También se ha asociado el estrés y la ansiedad como factores que pueden empeorar esta afección.
Ejercicios para las cervicales
Crear una rutina de ejercicios cervicales actuará de forma preventiva fortaleciendo nuestra musculatura y nervios. Son sencillos y pueden realizarse en casa o en la oficina. Si los hacemos por la mañana ayudan a comenzar el día sin tensiones; y si optamos por a hacerlos por la noche, eliminaremos tensiones acumuladas y descansaremos mejor.
Antes de realizar los estiramientos es recomendable calentar la zona (con una bolsa térmica o agua caliente). Debemos hacerlos siempre con movimientos lentos, nunca bruscos o de látigo, y repetir cada ejercicio hasta 5 veces.
1. – Extensión y flexión (atrás y adelante)
Nos sentamos en una silla apoyando nuestra espalda en el respaldo. Ahora, extendemos la cabeza hacia atrás mirando hacia el techo y con la boca ligeramente abierta para evitar tensión mandibular. Volvemos a la posición original y después llevamos la cabeza hacia delante acercando la barbilla al pecho lo más cerca posible. Para una mejor efectividad del ejercicio la espalda debe quedar recta y no encorvarse.
2. – Flexión lateral
Manteniendo la misma postura inicial del ejercicio 1 flexionamos la cabeza lateralmente tratando de acercar la oreja derecha lo máximo posible al hombro derecho. Debemos mantener la espalda recta y no elevar el hombro o el brazo al realizar la flexión. Hay que ejercer un poco de presión en esa postura al menos 5 segundos. Notaremos una ligera tensión en el lado opuesto del cuello. Antes de hacer el ejercicio en la otra dirección dejamos alineada la cabeza unos segundos.
3. – Giros
Seguimos en la silla con la misma postura, pero colocamos las manos sobre las rodillas. Giramos el cuello hacia la izquierda, todo lo que se pueda. Trataremos de que la barbilla quede a la altura del hombro, pero sin forzar demasiado. Mantener unos segundos esta posición. Notaremos ligera tensión en el lado opuesto, y luego volvemos a la posición de origen antes de girar hacia la derecha.
4. – Hombros
En la postura este ejercicio, alzamos los hombros hacia arriba intentando tocar con ellos las orejas. Regresar a la postura original y después bajar los hombros todo lo posible. En este punto podemos añadir unas rotaciones de los hombros hacia adelante y hacia atrás que nos ayudarán a relajar el trapecio.
5. – Flor de loto
Sentados en el suelo contra una pared entrecruzamos las piernas y colocamos el pie sobre la rodilla contraria (si es posible). Mantenemos la postura unos minutos dejando la espalda recta. Puede resultar un poco incómoda al principio. Cuando manejas bien esta postura, se pueden realizar en ella todos los ejercicios anteriores.
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